Conferencia en La Habana, Cuba; mayo de 2007

Conferencia en Tuxtepec, Oax., México; abril de 2007

Conferencia en tepic, Nay., México; abril de 2008

Conferencia dictada en Matagalpa, Nicaragua en julio de 2008

Conferencia en Santa María, Río Grande do Sul, Brasil. (abril de 2009)

Conferencia en la UES de El Salvador (octubre 2009)

miércoles, 13 de febrero de 2008

VALORES, TRANSFORMACIÓN SOCIAL Y CAMBIO HISTÓRICO

Eulalio Velázquez Licea
Universidad Pedagógica Nacional
Xalapa, Veracruz. México
Es un lugar común decir que los momentos que vivimos actualmente están marcados por cambios vertiginosos, pero lo es también el hecho de que la ciencia y la técnica han marcado un cambio impresionante en los últimos 40 años, que representa el equivalente a varios siglos de cambio y desarrollo de la Humanidad. ¿Cómo han impactado estos cambios a la sociedad en que vivimos? ¿Qué transformaciones han ocurrido? ¿Qué valores se han modificado o transformado? ¿Existe verdaderamente una estrecha relación entre el cambio histórico, las transformaciones sociales y los valores aceptados?
Es indudable que esa relación existe. El ser humano es un ser histórico-social, y por tanto determinado por los avances del conocimiento científico que desde este punto de vista, no es neutral respecto al impacto que tiene en los seres humanos y en la naturaleza.
La ciencia y la cultura son productos de la actividad humana, del mismo modo que lo son los valores. En esta totalidad sistémica en la que vivimos, muchas veces no se comprende hasta que punto las acciones de un grupo de individuos, a veces de uno solo, tomando decisiones que parecen subordinarse a efectos parciales, llegan a afectar con sus acciones a toda la naturaleza y con ello, al propio ser humano.
Hemos conseguido como Humanidad avizorar con la ciencia y la tecnología a los demás planetas de nuestro sistema a través de naves y sondas espaciales, pero al mismo tiempo estamos destruyendo nuestro entorno, la madre tierra que nos da alimento y que da origen a la vida. Para el capitalismo salvaje que actualmente padecemos lo que en la época liberal se realizaba bajo la consigna maquiavélica de “el fin justifica los medios”, se vuelve ahora un “sálvese quien pueda”.
Si bien es cierto que la tecnología nos acerca a una mejor calidad de vida, más larga y productiva, así lo dicen los informes periodísticos de los países del primer mundo que ávidos vemos por televisión o leemos en revistas; si existen recursos para vivir en condiciones óptimas de bienestar, lo es también que más de un 60 % de la población mundial no puede ni soñar en alcanzar esos niveles de comodidad. Es decir, no todo en los cambios que ha sufrido la Humanidad en estos últimos años es positivo, el neoliberalismo, se ha encargado de marcar las fronteras que dividen a la Humanidad en unos cuantos países ricos y muchos países pobres, afectando así a la mayoría de aquellos países que a principios del siglo XX no pudieron llegar a tiempo al reparto de la riqueza mundial y que llamamos eufemísticamente “países en vías de desarrollo” o en forma descarnada, países pobres y dependientes.
Este fenómeno de pauperización de los muchos y enriquecimiento excesivo de los pocos, la caída del muro de Berlín y la desaparición de la biloparidad mundial que permitía cierto tipo de equilibrio en el mundo, transformándose en unipolar, ha venido a trastocar las jerarquías de valores tradicionales, reviviendo los fundamentalismos de todo tipo y orillando a la Humanidad a confrontaciones cada vez más destructivas y estériles en las que al Imperio no le es suficiente la explotación económica de la mayor parte del mundo, que es pobre debido a esta causa, sino que se reserva además el derecho de hacer desaparecer de la faz de la Tierra, gracias a la increíble y aterradora potencia de las armas modernas, a cualquier país pobre que no concuerde con su concepción del mundo.
Así tenemos que el terrorismo no es sólo patrimonio de los desesperados, también lo es de los Estados.
¿Qué ha sucedido en estos últimos cuarenta años en el mundo, que nos ha orillado a vivir la ausencia de los más esenciales valores? Porque parece que se ha perdido el respeto a la vida, a la salud, al bienestar, a pensar de manera distinta, en otras palabras, se ha perdido el respeto a la dignidad humana. Porque decir dignidad humana es aceptar el reconocimiento del otro, aceptarlo como es y aprender a vivir en paz y en la convivencia con él y consigo mismo.
Los cambios que se han operado en el mundo en el mundo en estos últimos años han sido determinados por el avance de la revolución científico tecnológica que ha impulsado a las ciencias de la información y las ciencias económicas. Con los ordenadores, el internet y el correo electrónico, los “palm” y los teléfonos celulares el mundo ha dejado de ser ancho, aún cuando quizás siga siendo “ajeno”, ya nada puede acontecer sin que no se tenga información sobre ello prácticamente en el mismo momento en que se está realizando. La revolución en la economía ha modificado sus reglas de juego, los capitales virtuales crean economías fantasmas haciendo depender a regiones enteras del planeta de sus vaivenes dado que al desaparecer los estímulos fiscales, estos capitales financieros se evaporan, empobreciendo cada vez más a los países pobres en los que “invirtieron” y obtuvieron jugosas ganancias.
Es evidente que este juego económico no depende de la fortaleza económica de países como los nuestros, si se considera que prácticamente nunca se invierte para incrementar la planta productiva y por lo tanto, la calidad de vida en esta y otras regiones del mundo, rara vez mejora.
En la política se ha transitado de las dictaduras militares y corporativas a una incipiente democracia que todavía tiene mucho que aprender, que aún no establece las reglas del juego democrático que permitan avanzar en el desarrollo de un régimen con equidad y justicia. El reciente caso del frustrado golpe de estado en Venezuela es quizás, el mejor ejemplo para ilustrar esta situación.
Evidentemente, los cambios han sido grandes, han sido sustanciales, de no ser así, los dictados del Imperio habrían fructificado en Venezuela. Estos últimos cuarenta años, han sido tiempos de grandes cambios, indicadores de que los viejos paradigmas deben transformarse.
Y esa transformación vale también en el campo de los valores. Si se coincide con Fabelo Corzo en el sentido de que un valor es el significado socialmente positivo de un objeto o fenómeno de la realidad, es decir, que en ese sentido es objetivo y que la valoración es el reflejo de ese significado en la conciencia de los seres humanos o subjetivo, entonces, debemos asumir que las escalas de valores tradicionales, al cambiar el contexto social en el que operan, deben transformarse, porque en los cambios históricos y sociales, la dinámica de los valores se fundamenta en tres principios rectores, principios que emanan de las ciencias sociales:
1. Que en la sociedad coexisten diferentes escalas de valores, dependiendo del grupo social al que se pertenece. Es decir, que los valores tienen en su esencia un contenido ideo-clasista.
2. Que existen valores con existencia temporal y en ese sentido, poseen un carácter histórico social concreto. Dependen de las condiciones histórico - sociales del momento.
3. Que hay un grupo de valores que no sufren modificaciones, es decir, que permanecen a pesar del tiempo y el lugar, los valores universales.
Es decir, que podemos asumir el hecho de que los valores, no obstante estar determinados histórica y socialmente, al ser producto de la actividad humana y de tener una significación social positiva tienen en su esencia lo que llamamos valores universales, que suponen en esa significación socialmente positiva todo lo que es digno de alcanzarse, aquello de lo que depende nuestra condición de humanos que al no operar bajo la imposición de los instintos, nos obliga a decidir que es lo mejor para la Humanidad. Estos valores universales, desde la posición del autor de este trabajo encarnan en la práctica lo que llamamos “Derechos Humanos”.
En un mundo donde todavía existen 870 millones de analfabetas totales; donde más de 150 millones de niños abandonan la escuela antes de concluir el cuarto grado de la educación básica; donde 125 millones de niños nunca han ido a la escuela, esto; sin mencionar los elevados índices de mortalidad infantil en los países pobres o su bajo nivel de ingresos en relación con el producto interno bruto, todo ello en un mundo donde el desarrollo de la ciencia y la técnica pudieran permitir, si hubiera voluntad política de hacerlo, que la calidad de vida de cada uno de los habitantes de la Tierra vivieran dignamente. ¿Cuál debe ser el papel de nosotros, las y los educadores, en este proceso de transición y crisis de nuestros países tan similares por sus carencias en las condiciones de vida?
Ya desde 1990, en la “Declaración “Educación para Todos” de Jomtien, Tailandia auspiciada por la UNESCO, se recomendaba insistir en el campo de la educación en valores, propuesta reiterada en cada una de las Conferencias y Declaraciones posteriores, como es el caso de la Cuadragésima Sexta Reunión de Ginebra, Suiza, realizada en septiembre del 2001, bajo el título “La educación para todos para aprender a vivir juntos: Contenidos y estrategias de aprendizaje –problemas y soluciones”
No se debe olvidar que la escuela es la institución cuyo encargo social único es el de formar nuevas generaciones, en ese sentido la formación de valores es un componente esencial de esta formación. Sin embargo, atender a este conjunto de problemas supone por parte de las y los educadores, de un componente de capacidades, habilidades, destrezas, pero sobre todo de actitudes, creencias y valores que lo impulsen desde una perspectiva científica a enfrentar los cambios históricos, las transformaciones sociales, las presiones y las condiciones del mundo actual bajo una visión humanista y de futuro que permita educar para transformar nuestra región y atender a las especificidades y la diversidad del mundo en que vivimos.
Sólo de esta manera podremos impulsar una cultura fundada en los derechos humanos, la convivencia y la paz que respondan positivamente al encargo social que la sociedad nos ha encomendado, en tanto educadores y a las exigencias de la época que se convierten, para nosotros las y los educadores, en exigencias éticas.

Resumen de contenido de la Conferencia dictada en
El Seminario Internacional
“Humanismo y Formación de Valores”
Reto para América Latina
Trujillo, Perú
Febrero 28, 2002

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