Conferencia en La Habana, Cuba; mayo de 2007

Conferencia en Tuxtepec, Oax., México; abril de 2007

Conferencia en tepic, Nay., México; abril de 2008

Conferencia dictada en Matagalpa, Nicaragua en julio de 2008

Conferencia en Santa María, Río Grande do Sul, Brasil. (abril de 2009)

Conferencia en la UES de El Salvador (octubre 2009)

lunes, 25 de febrero de 2008

LA INVESTIGACIÓN EDUCATIVA EN LATINOAMÉRICA: UNA PERSPECTIVA DESDE MÉXICO

Autor:
Dr. EULALIO VELÁZQUEZ LICEA
¿Que necesita la investigación educacional de nuestros países para enfrentar el fenómeno de la globalización y el empuje de la sociedad del conocimiento?
¿Por qué lo dejaría yo así? ¿Acaso es mala la globalización o indeseable la sociedad del conocimiento? De ninguna manera. Yo pienso que el fenómeno de la globalización es un fenómeno que desempeña un papel muy relevante si lo asumimos seriamente.
La globalización es, como se considera actualmente, un fenómeno reciente, dado que ha rebasado en mucho al enfoque de la modernidad, caracterizado por tres constantes: la ciencia, el capitalismo y los estados nacionales.
La ciencia como la forma privilegiada del conocimiento, el capitalismo, como el predominio del capital como detonador de la producción y la riqueza, El estado nacional, como quien rige este proceso productivo, tanto de riqueza intelectual como material.
Es la globalización un fenómeno que se manifiesta en diferentes ámbitos:
Asociado al desarrollo de la ciencia y de la técnica, donde los sistemas de información han permitido acceder al conocimiento a través de sistemas reticulares que, al menos en apariencia, lo universalizan.
La globalización financiera, al tener la capacidad los grandes capitales de moverse por todo el mundo, acogiéndose a políticas fiscales que los benefician y retirándose cuando dichas políticas les son adversas.
Tal capacidad ha modificado la visión del poder y puesto en crisis las concepciones tradicionales del Estado-Nación y, en consecuencia, modificado la visión estructural de la sociedad. A esta época se le ha dado en llamar, “postcapitalista” (Drucker), “postindustrial” (Tourraine), “postmodernidad” (Lyotard).
La concepción que sustenta a la sociedad de la información, sin embargo, no es tan optimista como pudiéramos desear. Puesto que una sociedad basada en el uso intensivo de conocimientos en lugar de propiciar la democratización, produce simultáneamente fenómenos de igualdad y desigualdad.
Modifica las estructuras de poder que se transforman de órdenes jerárquicos verticales a planos horizontales en donde lo importante es cuan cercano se encuentre el individuo al centro de poder.
Pero como afirma el filósofo cubano Pablo Guadarrama, que:
“La globalización constituye un proceso contemporáneo del desarrollo socioecónomico, político y cultural, en el que estos tres elementos se intereaccionan de una forma muy orgánica, quizás como nunca antes en la historia[1], por lo que posee justificables paradigmas y a la vez deleznables “paradogmas”.
Por tanto, dejemos a un lado aquellas falacias que con frecuencia se asocian a dicho fenómeno:
Pensar en el mundo como una aldea global en la que los beneficios de la globalización llegan a todos los países por igual, independientemente de su grado de desarrollo.
Que lleva asociado un efecto homogeneizador de los planos cultural, político y económico en todos los países.
Pensar que la globalización lleva directamente a ampliar los procesos de industrialización, cuando el fenómeno es totalmente a la inversa.
Que como un valor agregado, los avances de la ciencia y la tecnología estarán al alcance de todos.
Que los estados-nación, conforme a Francis Fukuyama, desaparecerán y solo las transnacionales ejercerán la hegemonía económica y política.
Que la idea de una interdependencia igualitaria, donde la distribución de la riqueza sea equitativa, cuando grandes sectores de población marginal son considerados abiertamente desechables.
Y, algo que nos llega profundamente a todos los educadores latinoamericanos, la falacia del enriquecimiento educativo y cultural recíproco entre los pueblos.
Debemos tener muy claro, sobre todo ahora que por la puerta principal está entrando el tratado de libre comercio con los USA, y que hace a muchos empresarios y ciudadanos pensar que en un momento estaremos circulando en el primer mundo en igualdad de circunstancias, que a lo que estamos apostando es a la pérdida de nuestro mercado interno, a la pérdida del capital humano que tanto esfuerzo ha costado obtener, al desmantelamiento de nuestra incipiente industria y a la homogeneización de nuestra cultura. La globalización no debe significar la pérdida de nuestra identidad, de nuestra economía, de nuestras tradiciones, a la globalización hay que enfrentar la glocalización, porque lo realmente válido universalmente es aquello que tiene su origen en lo local, en lo particular, es decir, asumir la globalización no como la imposición de una sola cultura, de una sola política, de una sola economía que de ninguna manera será dirigida por nuestros gobiernos y menos por nuestros pueblos, sino parafraseando al filósofo mexicano León Olivé: ‘Como el enriquecimiento producto de la interculturalidad en la que se enriquezca la sociedad global y se beneficie del intercambio con otras culturas”
Veamos ahora la sociedad de la información:
Según la OEI, la sociedad de la información es una manera de referirse a la sociedad actual, cuya definición del poder se da en función de su capacidad para manejar la información que a través de las nuevas técnicas de la información se producen de manera incesante en el mundo.
El desarrollo de las nuevas técnicas de la información y la comunicación (TIC’s), instrumento esencial en el proceso de desarrollo del fenómeno de la Globalización de la Información; fenómeno que ha impactado las formas de producción y transformado a las viejas sociedades industriales en sociedades de la información, que junto con los otros avances de la ciencia y la tecnología avasallan la concepción tradicional del mundo, con consecuencias que van más allá del hecho de tener más y supuestamente, mejor información, sino que modifican las concepciones de la producción, el tratamiento y la distribución de la información, ya que bajo el lema de “la información es poder”, fuimos testigos de una transformación en los mecanismos de producción de la llamada sociedad postindustrial, en una sociedad que ahora lo que vende es la información, que a su vez “vende”, o inculca nuevas formas de concebir al mundo. De esta manera la información ha pasado a ser otro bien de consumo, sin el cual la sociedad actual supone que no podría subsistir.
La revolución científico técnica que este fenómeno ha generado, llevó a las nuevas técnicas de información y comunicación a ser un instrumento indispensable en el desarrollo de la economía virtual que respalda a los vaivenes financieros que cíclicamente azotan a nuestro mundo, pero que en su ausencia, hacen impensable la red monopólica financiera del neoliberalismo.
Ante esta situación, es pertinente aclarar que información no necesariamente equivale a saber o conocimiento, es decir, que el acceso a la información no garantiza el desarrollo de alternativas viables que incidan en el progreso de la humanidad. La “sociedad del conocimiento”, entonces, es la respuesta que el mundo ha ofrecido ante la alternativa de seguir acopiando información acrítica de la realidad y establecer los parámetros que nos permitan utilizar esa información de manera significativa.
Para concluir esta parte de la disertación, tomaría la cita de Ramón Flecha quien al referirse a las implicaciones educativas de la sociedad de la información afirma lo siguiente:
“En educación interesan fundamentalmente dos elementos de esa transformación.
En primer lugar, la capacidad clave pasa a ser la selección y procesamiento de la información priorizada; el éxito o fracaso de empresas, instituciones y personas depende cada vez más de esa capacidad "educativa" y cada vez menos de los recursos materiales.
En segundo lugar, esa transformación ha sido aprovechada por determinados poderes para aumentar las desigualdades entre quienes acceden y no acceden a esa capacidad, logrando sustituir durante los años ochenta el objetivo de igualdad de muchos movimientos sociales y educativos por otros como la adaptación a la diferencia o diversidad. Desde los años noventa, todas las experiencias educativas a nivel mundial que están logrando éxitos en superación de desigualdades se basan en esas reflexiones.” (Flecha, Ramón)
¿Y qué decir de la investigación educacional?
Si se adopta la nueva terminología, la investigación se entiende ahora como gestión y producción del conocimiento, si se es consecuente con la nueva situación. Pero generar conocimiento, sobre todo conocimiento científico y su correlato, la tecnología no es un asunto sencillo. Para que exista la producción del conocimiento deben existir productores de conocimiento, es decir, investigadores. Y, ¿quién o dónde se forma al investigador?
Tradicionalmente han sido las universidades y los centros de investigación asociados a ministerios o a grandes empresas.
Esta tradición que data del siglo diecinueve, no ha sido la constante en el ámbito de América Latina, que salvo honrosas excepciones poco ha invertido en investigación. Permítanme poner el ejemplo de mi país y ahondar a partir de su realidad lo que puede ser la investigación educativa en América Latina.
Decir entonces, formación de investigadores, es referirse a la síntesis de las funciones sustantivas de las universidades: docencia, investigación, difusión y extensión del conocimiento. En México, desde hace algunos lustros, se han distinguido en estas funciones la Universidad Nacional Autónoma de México, la más grande universidad de Iberoamérica, el Instituto Politécnico Nacional y el Centro de Estudios Educativos.
Mas desde la década de los setenta, cuando en México se amplía la cobertura de la educación superior, crecen numerosas universidades tanto en el Distrito Federal, como en los estados de la república, y desde el inicio de la década de los noventa, el desarrollo indiscriminado y sin obedecer a una planeación real de las universidades e instituciones de educación superior privadas.
Asociado a este proceso, se encuentra la creciente aparición de programas de postgrado, en particular, de maestrías (magíster) con enfoque en investigación. El crecimiento de los estudios de postgrado en México ha sido tan grande que en poblaciones medias, como de donde provengo, Xalapa, están operando actualmente más de siete programas de maestría en educación.
Sin embargo, parece que este “BOOM” del postgrado no lleva aparejado el fortalecimiento de la función investigativa.
Y salvo honrosas excepciones, este panorama es una constante en casi todos los campos de la investigación científica.
Según la evaluación recientemente realizada por especialistas en el marco del “Primer Congreso Nacional sobre la Situación de la Investigación Científica y Tecnológica en las Universidades Públicas Estatales” celebrado en Los Cabos, B. C. S., la función investigativa en México, guarda la siguiente situación:
La inversión proveniente del erario público no excede el 0,6% del Producto Interno Bruto. Lo anterior, en gran parte, debido a que no existe una política de estado claramente definida para apoyar a la investigación científica.
A pesar de los diferentes programas que existen para la formación de investigadores y apoyo a la investigación, en general, no se cuenta con un respaldo efectivo a la investigación por parte de las Instituciones de Educación Superior, salvo raras excepciones, siguen prevaleciendo criterios de política de grupo que impiden la democratización de estos apoyos.
El capital humano especializado es escaso. En el Sistema Nacional de Investigadores (SNI), establecido en México a partir de partir de 1984.
Sin embargo, se contabilizan dentro del mencionado sistema no más de 2,000 profesionales de la investigación, de los cuales sólo 250, de acuerdo con el Consejo Mexicano de Investigación Educativa (COMIE), dedican su tiempo a la investigación educacional. La escasa actividad investigativa, por otra parte, sigue concentrándose en la capital del país, con un 45 % del total. Otro 25 % se ubica en cuatro estados de la república (Estado de México, Morelos, Jalisco y Puebla) los tres primeros estados que colindan geográficamente con la capital.
De lo anterior se deduce que todavía no se constituye, en sentido estricto, una red de investigación educativa a nivel nacional.
No todos los investigadores educativos cuentan con las facilidades para realizar sus estudios al no reconocerse dicha actividad como parte esencial de su trabajo académico. Existen también serias limitaciones al ingreso al SIN, sobre todo de edad. Dado que en las últimas dos décadas la mayoría de los postgraduados en educación son mayores de 40 años y el requisito mínimo de ingreso es precisamente de 40 años, salvo que estén desarrollando su actividad profesional en una IES con evaluación de ANUIES y CONACYT.
Posterior a este sistema, están los apoyos otorgados por la Subsecretaría de Educación Superior (SES) a las universidades a través de los programas de apoyo al mejoramiento de su planta docente, los estímulos a la investigación y a los investigadores, la creación de cuerpos académicos, como el Programa Integral de Fortalecimiento Institucional, con, el Fondo de Modernización para la Educación Superior y el Programa de Mejoramiento del Profesorado. En cuanto a este último, permite la permanencia de docentes con perfil deseable o mínimo, (con grado de doctor o magíster), con quienes se conforman los cuerpos académicos que una vez aceptados, reciben sustantivos apoyos financieros para realizar investigación.
Por otra parte, se propicia la formación y perfeccionamiento del docente a través de becas, en un programa similar al que desde hace ya tiempo promueve el CONACYT. A la fecha se han beneficiado 4,064 docentes a quienes ha dado la oportunidad de realizar estudios de postgrado tanto en el país como en el extranjero. De ese gran total, han obtenido su grado 1,441 distribuidos en 617 doctorados y 802 de magíster, del resto 1.409 siguen estudiando, 773 corren el peligro de ser requeridos a devolver el dinero otorgado y a 491 se les ha exigido la devolución de la beca.
Aquellas instituciones que no están siendo beneficiadas por el PROMEP, pero que pertenecen a la ANUIES, contaron hasta el año 2003 con el programa SUPERA, a través del cual han obtenido el grado de Doctor o de magíster una buena cantidad de docentes, sin embargo el problema que persiste es el de la baja eficiencia terminal, lo que transforma a una prestación laboral en un problema social si tomamos en cuenta que una beca para realizar estudios de postgrado varía entre 300 y 1,000 dlls. mensuales, los que se deben devolver en caso de no cumplir con el acuerdo firmado entre el docente y la institución.
En condiciones similares se encuentran muchos becarios de CONACYT, que hasta el año pasado cargaba con un déficit de más del 60 % en cuanto a eficiencia terminal.
Ahora bien la institucionalización de la investigación y en el caso que nos ocupa, de la investigación educativa esta se realiza en las universidades mexicanas a partir de la constitución de los cuerpos académicos, agrupamientos que integran a docentes de perfil deseable y mínimo de tiempo completo y que con base en sus proyectos de investigación reciben apoyo financiero y de tiempo para realizarlos pero aún así, los resultados no son suficientes.
Una verdadera epidemia de postgrados en el país sin ningún sustento de investigación que buscan más la profesionalización que incursionar en la investigación científica.
Para seguir con el ejemplo de México, de diez años a la fecha, la expansión de la educación postgraduada, particularmente en el nivel de magíster, ha tenido una extraordinaria difusión. Cada día hay más y más magíster en educación, la pregunta aquí debe dirigirse a la calidad de esos egresados. En verdad, son pocos los programas de maestría y doctorado que se salvan en cuanto a los requisitos de exigencia que solicita el CONACYT para los programas de excelencia:
Los programas que se garantizan por su enfoque, ya sea de profesionalización o de investigación, por contar con la planta de docentes de tiempo completo y que realizan investigación y que sus temáticas de especialización son congruentes, además de contar con los estudios de postgrado debidamente comprobados. A esto se agregaría las adecuadas instalaciones como biblioteca, laboratorios (en su caso), aulas acondicionadas para seminario, apoyos didácticos, etc., tienen una mayor probabilidad de formar investigadores con las competencias necesarias tanto en cuanto a investigación como en contenidos temáticos.
¿Cuál es entonces la realidad de la investigación educativa en México?
A pesar de que desde 1993 se constituye el Consejo Mexicano de Investigación Educativa que a la fecha ha realizado siete congresos nacionales, aún no ha integrado a la totalidad de investigadores que trabajan en México desde diferentes niveles educativos los procesos de enseñanza aprendizaje, la gestión escolar, la política educativa y otros temas.
Para finales de 2006, se constituye alrededor de compañeros de diferentes Unidad de la Universidad Pedagógica Nacional, el Colegio Nacional de Investigación Educativa, destacando la participación de las Unidades de Pachuca, del Estado de Puebla, de Guerrero, Tlaxcala y Campeche, quienes haciendo un gran esfuerzo han llevado a la fecha cuatro eventos nacionales de investigación educativa, lo que permite la participación democrática de compañeros de base, profesores de banquillo a la vez que investigadores de renombre y profesores universitarios que inician el camino de la investigación. Este año, el evento se celebrará los días 5, 6 y 7 de marzo en la ciudad de Tepic, Nayarit.
Tenemos, así, que la brecha entre la función de investigación en países como México comparados con países como Cuba o España o los propios Estados Unidos e Inglaterra, es muy grande. ¿Qué se necesita para lograr que esa brecha sea cada vez menor?
En primer lugar yo pienso que debe existir voluntad política por parte de los gobiernos nacionales para avanzar. Las autoridades educativas, sobre todo las que toman las decisiones sobre el presupuesto deben entender que es necesario, para enfrentar los procesos de globalización que afectan a la sociedad, transformar a la educación en un indicador seguro de desarrollo y por tanto, apoyar la mejora de su calidad en tanto responda con equidad a la distribución de oportunidades para acceder, permanecer y concluir estudios superiores y postgraduados; satisfagan las necesidades, aspiraciones, características y posibilidades de los usuarios, y logren niveles de eficacia, eficiencia y efectividad al lograr los fines tanto intrínsecos como extrínsecos de los usuarios, así como del sistema educativo y alcanzar con los recursos disponibles metas cada día más ambiciosas.

BIBLIOGRAFÍA
FLECHA, Ramón. Aprendizaje Dialógico y Participación Social. Comunidades de Aprendizaje. (www.concejoeducativo.org)
JAMESON, F. “Apuntes sobre la globalización como problema filosófico”. En Pensar en los intersticios. Teoría y práctica de la crítica postcolonial. Castro-Gómez, S y otros Editores. Pensar. Pontificia Universidad Javeriana. Bogotá, 1999.p. 81.
Página Web del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (www.conacyt.mx)


[1] “El hecho de lo económico se torne cultural y de que lo cultural se torne económico con frecuencia ha sido identificado como uno de los aspectos que caracteriza lo que ahora se conoce ampliamente como postmodernidad. Este hecho tiene consecuencias fundamentales para el status de la cultura de masas como tal”. Jameson, F. “Apuntes sobre la globalización como problema filosófico”. En Pensar en los intersticios. Teoría y práctica de la crítica postcolonial. Castro-Gómez, S. Y otros Editores. Pensar. Pontificia Universidad Javeriana. Bogotá, 1999.p. 81.

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